El Amor en el Barroco
El Tema del AMOR
En la Literatura BARROCA
¿Te has preguntado cómo se enamoraban y qué escribían otras personas que vivieron hace cerca de 400 años? A continuación te ofrezco una breve selección de obras literarias del siglo XVI y XVII que, por su calidad, temática y acierto artístico, son dignas de ser leídas por cualquier lector curioso y actual. Esta vez la propuesta se concentra en algunos magníficos poemas amorosos del escritor español Francisco de Quevedo y otros de sus contemporáneos como Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Boscán, Santa Teresa de Jesús, Luis de Góngora y Argote, Lope de Vega y María de Zayas. Ojalá que disfrutes cada uno de ellos, sobre todo por la forma en que concebían y representaban las distintas temáticas y complicaciones del Amor.
I
DEFINICIÓN DE AMOR
(Soneto de Francisco de Quevedo y Villegas)
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un malpresente,
es un breve descanso muy cansado;
es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;
es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!
II
QUIÉN DICE QUE LA AUSENCIA
(Soneto de Juan Boscán)
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartada
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas.
Que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló,
no por eso serán mejor curadas.
III
MUERO PORQUE NO MUERO
(Villancico de Santa Teresa de Jesús)
Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.
Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
IV
QUE MUERA YO, LISEO
(Soneto de María de Zayas)
Que muera yo, Liseo, por tus ojos,
y que gusten tus ojos de matarme;
que quiera con tus ojos alegrarme,
y tus ojos me den cien mil enojos.
Que rinda yo a tus ojos por despojos
mis ojos, y ellos en lugar de amarme
pudiendo con sus rayos alumbrarme,
las flores me convierten en abrojos.
Que me maten tus ojos con desdenes,
con rigores, con celo, con tibieza,
cuando mis ojos por tus ojos mueren.
¡Ay, dulce ingrato! que en los ojos tienes
tan grande deslealtad como belleza,
para unos ojos que a tus ojos quieren.
V
ESTA TARDE, MI BIEN
En que satisface un recelo con la retórica del llanto
(Soneto de Sor Juana Inés de la Cruz)
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía;
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo de tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
VI
A LOS CELOS
(Soneto de Luis de Góngora y Argote)


Morales Morales Alondra Beiday
ResponderBorrarPoema: VII
[AMANTE AGRADECIDO A LAS LISONJAS DE UN SUEÑO]
Estrofa: 4
Versos:2 y 3
Sin hipérbaton:
(Yo)-Sujeto (con la muerte vi que estuve vivo)-Predicado
(Yo)-Sujeto (con la vida vi que estaba muerto)-Predicado
Juárez Cristóbal Jessica
ResponderBorrarPoema: VII
"AMANTE AGRADECIDO A LAS LISONJAS DE UN SUEÑO"
Estrofa: 3
Versos:2 y 3
Sin hipérbaton:
(Yo)-Sujeto, (nunca duermo si estoy despierto)-predicado
Si(yo)-Sujeto,(duermo que jamás despierte)-predicado